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sábado, 11 de febrero de 2012

Yo no creo ni mucho menos en esos amores que duran toda la vida, en esos los cuales todo es perfecto y no hay discusiones, en los que te tratan todo el rato como una princesa y no te hacen llorar por nada del mundo, no creo en príncipes que prometen palacios y te hacen vivir en el mundo de las maravillas. La verdad es que tampoco quiero un amor así, quiero uno que a altas horas de la madrugada, después de una fiesta, me llame porque me echa de menos, quiero que discutamos porque se pone celoso y quiere que sea solo suya, que me sorprenda llevandome a sitios inesperados, que hagamos locuras juntos, coger y desaparecer del mapa un par de días junto a el, que me escriba en todo el cuerpo lo mucho que me quiere y yo hacerle lo mismo. Prometernos un siempre, romper la promesa y luego ver que no podemos el uno sin el otro y volver. Escupirnos todo a la cara pero luego comernos a besos después de cada pelea. Beber y fumar hasta no poder mas y acabar haciendo el amor como locos. Quiero que me diga lo mucho que me quiere y sobretodo que no le cueste demostrarmelo, que sea el mismo delante de sus amigos y se guarde el orgullo por mi y que me susurre al oído para que me sienta bien. Quiero que me sorprenda algún día haciendome la comida, que se le acabe quemando y vayamos a comer al mcdonals porque ha sido un desastre, que me coja de repente y me lleve a la ducha y me empape de arriba abajo con la ropa puesta. No pido nada perfecto, simplemente un amor de esos que te hacen acabar en la locura porque la vida al fin y al cabo sin locura, no tiene sentido alguno.

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